MOTIVACIÓN, AGRESIVIDAD Y VIOLENCIA. LA MUERTE
Llegamos a las últimas clases de antropología. Solamente nos ha dado tiempo a través de las últimas sesiones para percatarnos del enorme e inabarcable horizonte de las ciencias antropológicas apuntando problemas, propuestas, soluciones, etc. Para finalizar vamos a presentar el tema de la motivación a partir de la famosa pirámide de Maslow, de la frustración, la agresividad y la violencia y, finalmente, de la muerte. Escucharemos a K. Lorenz, autor de uno de los primeros ensayos sobre la agresividad y a Jesús Mosterín en los temas de la muerte.
El misterio de la muerte, si es que se puede hablar así, ha estado presente desde la aurora de la humanidad. Casi podríamos decir que el primer signo de humanización podría ser fácilmente el respeto a la muerte, el respeto a los muertos. Biológicamente somos seres para la muerte, nacemos para morir. Es el mensaje más inequívoco que todos tenemos grabado en nuestra naturaleza.
Las células tienen un número limitado de divisiones, máximo cuando es un embrión , mínimo cuanto más viejo es el animal. También dependen de la especie a la que pertenezca el animal. Las células transformadas o cancerosas no tienen límites, se dividen indefinidamente. Pero las células normales tienen un límite de divisiones. Por eso, aunque todas las enfermedades fueran curables nos moriríamos ya que llegaría el momento que nuestras células dejarían de dividirse.
En la naturaleza es raro que un animal llegue a viejo ya que sucumben ante los peligros que acechan sus vidas. Los mamíferos dejamos de crecer en la adolescencia y a partir de allí vamos envejeciendo. La selección natural “se ha preocupado” mucho de fortalecer a los individuos en la etapa prereproductiva o reproductiva, pero una vez cumplida esta misión se ha olvidado de hacer lo mismo en la etapa postreproductiva. Solamente en los casos en los que la crianza es larga y es necesaria la experiencia, se ha reforzado la longevidad. Así los elefantes hembra de más de cincuenta años que ya no pueden reproducir son conservados porque su experiencia es necesaria en el grupo. La mayoría de los animales perecen poco después de haber transmitido sus genes, pero en las especies de gran inteligencia los individuos tienen una vida postreproductiva prolongada. Es el caso de los elefantes, las ballenas, los chimpancés, los gorilas y los humanos.
Todos los animales morimos antes de que las células hayan llegado a su límite de divisiones. La muerte llega cuando alguno de nuestros sistemas vitales falla, con lo que el equilibrio del organismo se viene abajo. Así la muerte de un gran número de células en el cerebro produce la muerte cerebral o cuando el corazón y los pulmones dejan de funcionar se considera muerto un mamífero aunque la mayoría de las células sigan viviendo. Cuando la circulación sanguínea cesa, todo el sistema se desorganiza rápidamente y todas las células del cuerpo van muriendo.
La muerte no es pues, algo misterioso que nos sorprende una vez en la vida, sino que nuestros organismos no son más que sistemas en los que la muerte y la vida están en continuo intercambio desde el momento mismo de la concepción.
Todos los animales poseen una individualidad. El humano además de su individualidad pose dos niveles de integración: reconoce en una unidad biográfica su pasado, presente y futuro y es consciente de un proyecto de vida que él mismo planifica. Ya Cicerón contrasta la muerte violenta de los jóvenes con la extinción natural de la vida de los mayores. “¿Qué puede haber más natural que los viejos mueran?”
Los humanos son los únicos animales que saben que van a morir. Hay animales que tienen conciencia de la muerte por ejemplo, los elefantes. Es difícil imaginar la propia muerte pero el conocimiento de la muerte propia añade urgencia y seriedad a la vida. “Cada evento o episodio de nuestra vida se convierte en un instante irrepetible, único y casi sagrado. Por otra parte señala la futilidad de cuanto pretendemos y anhelamos”. (Jesús Mosterín. La naturaleza humana. Gran Austral)
Pero aun conociendo todo esto no deja de inquietarnos saber que hemos de morir. ¿Qué sentido tiene la vida? ¿Para qué tantos cuidados y esfuerzos si el tiempo que se nos presta es tan limitado? Podríamos multiplicar las preguntas que todos los seres humanos se han hecho a lo largo de tantos siglos.
En el documento adjunto podemos encontrar opiniones, valoraciones, etc. de autores relevantes que nos pueden dar ocasión o inspiración cuando hablemos de este tema. Texto sobre la muerte