Continuando las reflexiones de la entrada anterior sobre los pueblos vaciados, me aprovecho de un lema o fórmula ideada por alguna plataforma para la recuperación de los pueblos como “Teruel existe” u otra por el estilo. La fórmula es 100-30-30. Me parece ingeniosa y sensata. Perfectamente aplicable a todos los pueblos en extinción.
100 son los Mbps de banda ancha que necesita un pueblo para ser una opción de trabajo o emprendimiento. 30 minutos es el tiempo máximo que se necesita para acceder a un centro de salud para necesidades básicas. Y 30 kilómetros deben ser la distancia máxima a una autovía o autopista para una comunicación eficaz con otros centros de trabajo o de ocio.
Aplicando la fórmula al caso de Layana nos vamos a encontrar con el gran fallo que ya destacamos en la entrada anterior. Vamos por partes. Layana dispone de banda ancha de 100 Mbps. EMBOU, empresa aragonesa de telecomunicaciones ofrece varias modalidades de acceso a internet a distintas velocidades. La experiencia de algún vecino me confirma el buen funcionamiento de la infraestructura.
También damos positivo en los treinta minutos a un hospital. Ejea de los Caballeros está a 20 Km. de Layana y en poco más de 10 minutos podemos llegar. Además Sádaba dispone de un Centro de Salud con personal sanitario las 24 horas.
El segundo 30 es el que nos hace perder el tren. Estamos a 80 kilómetros de una autopista o autovía. Además son 80 penosos kilómetros con carreteras del siglo pasado que se van parcheando de vez en cuando. No pasamos el filtro y dado que se trata de una exigencia esencial, según las plataformas citadas, nunca podremos ser un pueblo con posibilidades a menos que se soluciones este enorme problema.
Layana necesita buenas comunicaciones con el centro comarcal, Ejea de los Caballeros, y con la capital, Zaragoza. Sería estupendo, no solo para Layana, evidentemente, sino para la zona, enlaces a Huesca y el Pirineo. Y con Navarra y La Rioja, comunidades vecinas. Pero es que el aislamiento de estos pueblos es ya casi un mal crónico. En la primera mitad del siglo XX se construyó una vía de tren que comunicaba con Gallur y de allí se accedía a Zaragoza. Y esto fue un gran avance. Las carreteras se fueron asfaltando y aparecieron las lineas regulares a la ciudad.
La carretera A 127 va de Gallur a Sos del Rey Católico, la A 1202 une Sádaba con Ayerbe pasando por Uncastillo, Luesia, Biel, Fuencalderas y Santa Eulalia. Carretera, esta última, infame. No creo que haya en todo España otra carretera con más curvas y peor estado que esta. Es, por otra parte, un terreno que las podría evitar si hubiera voluntad. A 127 y A 1202 es la denominación desde que son carreteras autonómicas. Si no me equivoco, antes del estado de las autonomías, la A 1202 era la carretera Sagunto- Ayerbe. Que se dice pronto. Podría ser el deseado corredor Levante-Pirineo Central. Es ese corredor que Aragón ha perdido definitivamente por su poco peso político frente a Cataluña o País Vasco que se han llevado el gato al agua.
Comparemos todas estas posibilidades descritas y la realidad en la que se encuentra Layana, Sádaba, Uncastillo, etc. todos pueblos preciosos, bien conservados, atractivos por sus alrededores, con un rico pasado. Me viene a la mente la idea desgraciada, tan terrible como probable, de que un territorio poblado y explotado desde el neolítico hasta nuestros días sin interrupción se vea abocado a desaparecer precisamente ahora que todo es más fácil.
A qué han quedado reducidos nuestros pueblos? La mayoría de sus habitantes viven y trabajan en el pueblo la mayor parte del año. Agricultores y ganaderos. Jubilados y una minoría ocupada en servicios. esta es la población esencial más la población de fin de semana o vacaciones. Es cierto que el pueblo se anima en verano, en Navidad o en largos fines de semana. Y está muy bien porque el pueblo ofrece tranquilidad, calidez humana, naturaleza, compañía, y muchas cosas más. Pero ver convertidos los pueblos en los que hubo tanta vida en lugares de ocio no permite soñar con el mejor porvenir para los mismos.
Una consideración final y una observación. En Zaragoza, trasladarte de un barrio a otro, en bicicleta o autobús puede oscilar entre veinte y cuarenta minutos. En el caso de hacerlo en coche propio sumemos las dificultades de aparcar. Ir a Sádaba desde Layana puede llevarnos unos tres minutos y a Ejea, doce. O sea, los pueblos bien comunicados están más accesibles que los barrios de una ciudad de tamaño medio. Y ahora la observación. Hace setenta años los pueblos eran pequeños átomos independientes y autosuficientes. No necesitaban nada de los pueblos vecinos a menos que fueran las cabeceras de comarca en las que había más comercio y sobre todo las instituciones. Las gentes de un mismo pueblo se conocían bien pero escasamente a las gentes de los pueblos vecinos. Actualmente esto ha cambiado radicalmente. La cercanía unida a la faciliad de transporte propio ha hecho que toda la comarca sea un pueblo en la que todos conocen a todos. Y esto es un avance. Esta circunstancia ha contribuido a suavizar el impacto de la soledad que hubiera sobrevenido en el caso de un aislamiento como antaño.