Layana se encuentra situada justamente en el centro de la comarca zaragozana de las Cinco Villas. Esta comarca no se encuandra en unos límites con personalidad geográfica, razón por la que han ido modificándose a lo largo de los tiempos. Sin intención de entrar en polémicas, la comarca se extiende desde la canal de Berdún y el valle de la Onsella al norte, hasta el Ebro por el sur; por el este, desde el río Gállego y al oeste limitaría con las Bardenas reales de Navarra. En realidad más que definida por unos límites precisos esta comarca se vertebra alrededor de las poblaciones que le dan nombre, Tauste, Ejea, Sádaba, Uncastillo y Sos, citándolas de sur a norte, o mejor como alguien ha dicho, las Cinco Villas sería la comarca que ocupa las tierras del árbol hídrico de los Arbas.
Dentro de la comarca de Cinco Villas, aun teniendo un común denominador en su tradicional fundamento económico que es la agricultura cerealista y la ganadería, podemos trazar tres subdivisiones. Las altas Cinco Villas, con pueblos como Uncastillo, Sos del Rey Católico, Luesia, Biel, los del valle de la Onsella, los Pintano, etc. que gozan de ciertas características de montaña, desciende desde las sierras del pre-Pirineo exterior, con alturas de 1000 m. y 1500 en las cumbres, hasta las llanuras del centro de la comarca. Las Cinco Villas centrales, a 500 m. de altitud, con poblaciones como Sádaba, Biota, Layana y Castiliscar une las estribaciones de las sierras anteriores con las áridas estepas de Ejea y Tauste en un suave descenso. Estos dos pueblos serían el centro de las bajas Cinco Villas al mismo tiempo que los mayores núcleos de población de toda la comarca.
La comarca tradicionalmente cerealista de secano ha visto transformar durante la segunda mitad del siglo XX sus áridas tierras en feracísimos vergeles gracias a las aguas del río Aragón que derivadas desde el embalse de Yesa, a través de más de cien kilómetros y ramificadas en diversos ramales y acequias, van regando la llanura hasta desembocar en el Gállego. Esta transformación ha sido lenta pero continuada y ha unido los riegos del canal de Tauste, construido en el siglo pasado y que recoge aguas del Ebro, con los de Bárdenas. La inundación de tierras por el embalse de Yesa y la agricultura nueva en lugares antes improductivos ha cambiado también el paisaje de la comarca con nuevos pueblos que ya han celebrado su medio centenario y los ocres monótonos de las estepas anteriores se han transformado en animados verdes de los nuevos cultivos. Actualmente se han introducido los cultivos del arroz en las anteriores zonas esteparias que en pocos años han convertido a la zona en la segunda productora de este cereal de todo el Estado Español.
Si en la primera mitad del siglo XXI echamos la mirada atrás, reconocemos que los últimos cincuenta años han transformado la comarca más profundamente que varios siglos. En efecto, la mayoría de los pueblos han visto disminuir su población de una manera drástica por las emigraciones hacia ciudades como Barcelona, Zaragoza o Ejea y en menor proporción, Tauste. Y todo esto a pesar de que ha dejado de ser una comarca aislada y de disponer de estupendas comunicaciones con la capital, Zaragoza u otras poblaciones importantes. Los pueblos no han tenido capacidad de inventar nuevas formas de vida y los recursos tradicionales sólo a unos pocos permiten seguir habitando en ellos, a veces con pesar y cierta envidia hacia los que se fueron a la capital. El drama de las Cinco Villas es el drama de Aragón con una población invertebrada en un extenso territorio casi deshabitado y con una desproporcionada y macrocefálica ciudad-capital.
Actualmente salvo Ejea y Tauste que han sabido encontrar un camino de futuro en la industria y los servicios, el resto de las poblaciones están quedando relegadas a pueblos extraños con casas de antiguos habitantes reconstruidas para residencia de fin de semana o vacaciones o, en el mejor de los casos, a pueblos museo.
La comarca de Cinco Villas es seca y los ríos que la surcan aportan escaso e irregular caudal. El más importante es el Arba de Luesia que nace en la sierra de Santo Domingo y desemboca en el Ebro en la población de Gallur. Pasa por Luesia, Malpica, Biota Ejea y Tauste. Recoge las aguas del Arba de Biel que nace en la sierra de Biel, traza un amplio semicírculo en el que se encuentra Luna y Erla y desemboca en Ejea. Finalmente, el río Riguel, que después de regar Uncastillo, Layana y Sádaba desemboca en el Arba de Luesia entre Ejea y Tauste.
Estos ríos ofrecen tan pequeño aporte de aguas que para poco más servían que no fuera para regar las huertas cercanas a las poblaciones o de escasos riegos ocasionales en su vega. Esta escasez ha impulsado tradicionalmente a los ribereños a la creación de ingenios y obras que aprovechen las aguas hasta la última gota. Es la razón de la existencia de pequeños embalses que recogían las aguas de invierno y primavera, como la estanca de la Bueta cerca de Layana y el embalse de Valdelafuén, en Sádaba.
LAYANA
Layana, lugar de la comarca de Cinco Villas, en el valle del río Riguel y entre las poblaciones de Sádaba y Uncastillo, debió existir ya en el siglo XI. El núcleo urbano se asienta sobre la cima de una colina poco elevada, de suave inclinación hacia el sur, y cortada abruptamente en el norte a modo de balcón desde el que se ofrece la bellísima panorámica del valle del río Riguel con las montañas de las sierras prepirenaicas al fondo. En el centro del núcleo urbano y en situación eminente se alzan la Iglesia y torre del castillo. Sobre la iglesia, torre y núcleo urbano de Layana se va a dar más información en otras partes de este sitio. Sirvan estas líneas de presentación, sin más.
Actualmente Layana es un municipio con ayuntamiento propio por lo menos desde 1834 (Ubieto, 1985). Anteriormente fue señorío. También debió pertenecer en otro tiempo a Uncastillo y así lo afirma el famoso geógrafo portugués Labaña que visitó estos lugares en 1610; denomina al pueblo con el nombre de La Ayana. Pensamos que esta dependencia del municipio de Uncastillo, fue la causa de las dimensiones tan exiguas de su término municipal que se reduce a 300 hectáreas, prácticamente los alrededores del pueblo. La dedicación casi exclusiva de sus habitantes se concentra en la agricultura, que tradicionalmente ha sido de secano. En el pueblo han convivido de mejor o peor manera grandes propietarios de tierras con modestos campesinos que tenían lo justo para salir adelante con la dignidad que otorga no depender del señor, más un tercer grupo de familias que estaban al servicio de los terratenientes. Es decir, como en todos lo pueblos agrícolas de Aragón y Castilla.
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