Ciertamente, esta pieza no deja de ser una pieza menor en la enorme producción sinfónica de Sibelius, pero tiene una singularidad: probablemente sea la última que escribió y la última que dirigió personalmente.
La personalidad maniaco-depresiva de nuestro autor alternaba periodos de euforia con otros de depresión que combatía con enormes cantidades de alcohol lo que explica que en su prolongada vida, vivió 92 años, encontremos periodos fructíferos junto otros de absoluta sequía creadora. A partir de 1924, año en el que se estrenó su séptima sinfonía, comenzó una crisis compositiva que se prolongó y agudizó hasta su muerte.
El éxito del compositor en Estados Unidos había sido enorme y su séptima sinfonía se puede considerar como uno de los mayores acontecimientos musicales allí, de forma que podemos entender la ansiedad con la que se esperaba la publicación de la anunciada octava sinfonía que nunca llegaría a terminar. La paradójica reacción de público y crítica en Europa, con grandes admiradores y detractores, con críticos como Adorno que siempre consideró la música de Sibelius como música menor, frente a otros como Bela Bartok que lo ensalzó como a uno de los grandes del siglo, llegaron a producirle un acusado sentido de autocrítica y un insuperable temor al fracaso que impidió que de su pluma saliera ninguna obra nueva.
Sibelius, amante de la soledad y de la naturaleza como pocos, era también aficionado a escuchar la radio, el más avanzado medio de comunicación de la época, y tan cercano a la música. Pues bien, el “Andante festivo” es, en su última redacción, una pieza para ser interpretada en un programa de radio.
Se invitó a Sibelius a participar en un programa de radio para la exposición internacional de Nueva York. Se iba a interpretar una obra escrita y dirigida por el autor como un saludo de Finlandia al mundo. Sibelius tenía entonces 73 años y no dirigía orquestas desde casi una década. Y así fue. La grabación de esta pieza es el único documento fonográfico que poseemos de Sibelius como director.
Pero la pieza no se compuso a partir de cero para el acontecimiento. La música formaba parte de una cantata para la Navidad de 1922 en la que la parte instrumental era un cuarteto de cuerda. No le debía disgustar esta pieza a nuestro compositor cuando años más tarde y como regalo de bodas para una sobrina volvió a tomar la obra y la reescribió con algunos cambios, esta vez para doble cuarteto de cuerda.
Los problemas de retransmisión y la baja calidad de los altavoces de las antiguos aparatos de radio enojaban con frecuencia a los buenos oyentes, entre los que se encontraba Sibelius, que llegó a pensar que las obras para este medio deberían adaptarse a estas condiciones tan diferentes al de las las obras ejecutadas en vivo. Probablemente, el “andante festivo” sea una de las primeras obras que se escribieron y ejecutaron teniendo en cuenta el novedoso medio al que iban destinadas.
Se interpretó después de un único ensayo. Yo no he podido escuchar la grabación, pero dicen los críticos que mantiene un tiempo lento y solemne, con la melodía “molto cantabile”, pero que aprovechándose de su condición de compositor se desvía con mucha frecuencia de los tempi de la partitura en frecuentes “rubatos”.
Esta pieza se puede escuchar en YouTube interpretada por distintas formaciones y próximamente, en Zaragoza, por la Orquesta de Cuerdas Tutti 2.0